El pasado 31 de Octubre la Academia hizo entrega de los premios que anualmente concede a entidades distinguidas de la gastronomía aragonesa. En esta ocasión, y por primera vez en su historia, la solemne ceremonia tuvo lugar en el Palacio de Villahermosa en Huesca, en la que su directora Dñ Julia Lara, con sentidas palabras, mostró su satisfacción al acoger a tan nutrido y selecto grupo de Académicos y personalidades del mundo de la gastronomía, en sus salones. Los señores Víctor Guelbenzu, presidente de la Academia, Dñ. Julia Lara, directora del centro, D. Ángel González, vicepresidente de la Academia y D. Ángel de Uña, académico, hicieron entrega de los premios a: — Mejor bodega Bodegas Paniza. El presidente de la Academia saludo a los señores premiados y asistentes con unas breves palabras que a continuacion reproducimos.
DISCURO En nombre de la Academia Aragonesa de Gastronomía, y como Presidente de la misma, deseo manifestar el sentir corporativo de alegría por celebrar hoy y aquí, en Huesca, el acto de entrega de los premios del presente año 2.012, en este marco de lejanas resonancias cervantinas tan amablemente cedido por la Obra Social de Ibercaja. Es cierto que la Academia mantiene una deuda con Huesca por la ausencia reiterada de esta ciudad durante demasiados años sin celebrar en ella los actos académicos que demandan tanto su poso histórico como su peso cultural, incluida su notable gastronomía. Hoy es la excepción, y hoy comienza, queremos comenzar, una nueva etapa de la Academia Aragonesa de Gastronomía en y para Huesca, y lo que es lo mismo, en y para Aragón. Porque la Academia viene trabajando desde hace años en el estudio y difusión de la gastronomía en toda su amplitud, con las pautas trazadas por un monegrino excepcional nacido en Sariñena, D. Antonio Beltrán Martínez, quien ocupó la presidencia durante más de una década y marcó el camino seguro para el trabajo académico. Su figura y aliento están vivos en la Academia y nos sirven de continuo estímulo a los actuales miembros, como acicate constante del aragonesismo de altura al que todos aspiramos con nuestras aportaciones. Gracias siempre, D. Antonio, por inculcarnos la consideración del hecho gastronómico como parte fundamental de la cultura en su más amplio y verdadero sentido, como cúmulo de tradición, memoria colectiva, en suma, aprovechamiento del medio y sus productos para satisfacer de forma específica y placentera la necesidad de alimentarse y sobrevivir. Para ello la Academia organiza desde su fundación en 1995 cursos y discursos, sesiones académicas y monográficas, simposios, conferencias, premios y cuantas actividades permiten la dedicación de sus miembros y el presupuesto disponible. En concreto, los premios anuales de gastronomía alcanzan hoy su decimocuarta edición, y las distinciones para empresas y actividades de Huesca y provincia han sido muy numerosas en estos años. En restaurantes, Las Torres, Venta del Sotón, Casa Blasquico, Lillas Pastia, Apolo de Arazo y el presente Flor de Barbastro. Como restaurantes de comida familiar, Ansils de Anciles en Benasque, Casa Frauca de Sarvisé y Casa Peix de Serraduy. En bodegas, Viñas del Vero, Bodegas Pirineos, Enate y Valonga. En actividades de incidencia gastronómica, Editorial Val dÓnsera, de Angües, La Tolosana de Almudévar y hoy la Escuela de Hostelería de Guayente. Y los que seguirán, a no dudar. Porque si consideramos la gastronomía una manifestación o producto cultural, allí donde la cultura sea potente en cantidad, calidad y continuidad temporal, se darán las condiciones para la eclosión culinaria y la culminación gastronómica en esa sublimación que llamamos arte. Estamos en otoño, temporada de setas, que manan por todo el campo fecundado por las recientes lluvias. En tales condiciones se produce el milagro, el fruto salvaje de las setas. Pues bien, con un territorio cultural que tiene nombres y sitios como Sertorio, Obarra, Miguel Servet, San Victorian, Lastanosa, Casbas, Lorenzo y Vicente, Nunilo y Alodia, San Juan de la Peña y Sijena, Loarre y Montearagón, San Pedro el viejo y la Catedral, como Roda, Jaca y Barbastro, Los Argensola, Ramón Sender y Javier Tomeo, con todos estos nombres y sitios que pueblan el territorio cultural de Huesca, y muchos otros que mi ignorancia impide citar, no podemos extrañarnos de que surjan figuras como un Teodoro Bardají, unos hermanos Navas, un Fernando Abadía o un Carmelo Bosque, que con sus discípulos y colaboradores conforman la lluvia feliz que empapa el territorio y propicia la explosión de una gastronomía de máximo nivel como excelsa cosecha micológica del sotobosque altoaragonés. Si a ello añadimos una sólida base agrícola y ganadera, una industria alimentaria de calidad y una sociedad civil que no se conforma con la pasividad, tendremos la explicación cabal del puesto envidiable que Huesca ocupa en el panorama gastronómico. No quiero terminar esta intervención sin la formulación de un deseo o voto para el futuro: que desde el recién inaugurado Centro Astronómico Espacio Huesca 0.42 podamos contemplar, a no tardar, una estrella rutilante en el firmamento culinario, y que esa estrella de luz propia sea la gastronomía de Aragón. En ello estamos. Muchas gracias por su atención. |